Las Asambleas Ciudadanas como modelo de cambio del Estado.

Una de las prioridades de los primeros tramos de la gestión del Gobernador Binner es producir una profunda reforma del Estado. La idea rectora es contar con un Estado sensible a las demandas sociales, ágil, articulado transversalmente por problemáticas y descentralizado.
La estrategia de transformación que se sigue se basa en el modelo de las Asambleas Ciudadanas regionales. Se trata de instancias de planificación participativa de demandas sociales con la participación de todos los funcionarios de primera línea de la administración Binner y la organizaciones de la sociedad civil y autoridades comunales.

Mañana en Rosario.

Rosario será sede mañana de la segunda Asamblea Ciudadana convocada por el gobierno de la provincia para trazar un plan estratégico de la región.

La reunión, que contará con la participación de todo el gabinete de ministros del gobierno santafesino, se desarrollará a partir de las 17 de manera simultánea en dos establecimientos educativos de la ciudad: la escuela Normal Nº 1 “Dr. Nicolás Avellaneda”, Corrientes 1191; y la escuela Normal Nº 2 “Juan María Gutiérrez”, Córdoba 2084.

Las Asambleas Ciudadanas son un ámbito de participación establecido por la administración de Hermes Binner en el marco del proyecto de reforma del Estado, cuyo objetivo es generar un acercamiento entre el gobierno y los ciudadanos y descentralizar la toma de decisiones. Se trata de reuniones de trabajo donde, por consenso, se van definiendo los lineamientos de un plan estratégico para cada una de las cinco regiones en que se está organizando la provincia.

En el proceso de descentralización se han identificado cinco regiones, cada una de las cuales se referencia en un nodo, o núcleo: son las ciudades de Rafaela, Rosario, Santa Fe, Venado Tuerto y Reconquista.

La jornada de mañana forma parte de la segunda ronda de asambleas, que ya tuvieron lugar en los nodos de Reconquista, Santa Fe y Rafaela. En esta oportunidad, tras haber concluido la etapa de diagnóstico (en la primera ronda), se propone a los ciudadanos del nodo Rosario identificar y debatir proyectos estratégicos orientados a producir mejoras en el hábitat, la infraestructura y los servicios públicos.

De las Asambleas Ciudadanas participan representantes de organizaciones intermedias, empresarias, gremiales, profesionales, culturales, deportivas, religiosas, vecinales, cooperadoras y ONGs, y todos aquellos ciudadanos que deseen involucrarse activamente en el proceso de construcción colectiva propuesto. También intendentes, presidentes comunales, legisladores y representantes de las agencias y empresas del Estado provincial de la región.

El acto de apertura en el Normal Nº 1 será presidido por el ministro de Gobierno y Reforma del Estado, Antonio Bonfatti. También estarán presentes los ministros de Aguas Servicios Públicos y Medio Ambiente, Antonio Ciancio; de Desarrollo Social, Pablo Farías; de Salud, Miguel Ángel Cappiello; de la Producción, Juan José Bertero; de Educación, Elida Rasino; y el secretario de Ciencia, Innovación y Tecnología, David Asteggiano.

En el Normal Nº 2 la apertura de la jornada estará a cargo del ministro de Justicia y Derechos Humanos, Héctor Superti, quien estará acompañado de los ministros de Economía, Ángel Sciara; de Obras Públicas y Vivienda, Hugo Storero; de Seguridad, Daniel Cuenca; de Innovación y Cultura, María de los Ángeles Gonzáles; y del secretario de Trabajo, Carlos Rodríguez.-

Una democracia de tres caras: participativa, representativa y social.

Por Raúl Alfonsín.
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El Presidente Raún Alfonsín marca aquí una serie de líneas de análisis sobre el nuevo escenario abierto en la Argentina. Enfatiza la necesidad de acuerdos programáticos y de una serie de instituciones que lo hagan posible, como el Consejo Económico Social. Desdramatiza la situación vivida en el Senado, a la que califica, implícitamente, como "instancia normal de la democracia".
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La mayoría de los análisis sobre la votación en el Congreso que terminó con el rechazo del proyecto oficial refrendatorio de las retenciones al agro han tendido a enfatizar la crisis que representa para el Gobierno y la conmoción en el escenario político nacional. Yo lo veo, por el contrario, como una formidable oportunidad de cambio, un indicador de capacidad institucional y de madurez social en el ejercicio de la participación democrática.Se ha restablecido el necesario juego de equilibrio entre los poderes de la República, se dio impulso a la dinámica del debate parlamentario, el Congreso recuperó centralidad en el ejercicio de sus atribuciones y autonomía respecto del Ejecutivo. Se evidenció la existencia de un límite a los abusos de las facultades delegadas.Gobierno y oposición deben sacar enseñanzas de esta instancia normal de toda democracia. No hay aquí triunfadores y derrotados, más allá de alegrías y amarguras circunstanciales; sino una indicación de cómo deben y cómo no deben hacerse las cosas. Porque la raíz del conflicto sobre las retenciones, contrariamente al modo en que quiso forzarse el debate, no es entre dos modelos de país, entre dos Argentinas; entre dos ideologías antagónicas. Se ha pretendido forzar esa reedición de antagonismos irreductibles que llevaron a tantos enfrentamientos en el pasado y que poco tienen que ver con las necesidades, demandas y anhelos del pueblo argentino; tanto de quienes se expresaron en su momento en apoyo de este gobierno y quieren seguir haciéndolo como de quienes se opusieron y oponen hoy a sus políticas por distintas razones.El núcleo del conflicto lo constituyen las reglas de juego y procedimientos para resolver cuestiones fundamentales como el sistema tributario, los incentivos a la producción, el desarrollo regional, la coparticipación federal y la distribución social.La democracia participativa y la democracia representativa han introducido correctivos sobre una deformación delegativa de la democracia que mucho mal le hizo al país en la década pasada. Ahora hay, además, más voces, más actores, más intereses a los que no se puede desconocer.Es tarea del Gobierno darle cauce a estos nuevos movimientos y tendencias, entre otras cosas terminando con la legislación de emergencia y las facultades delegadas, creando el Consejo Económico y Social, llevando al Congreso una nueva ley de coparticipación federal; planteando también una política para el desarrollo rural que acompañe la reindustrialización del país camino al Bicentenario.Es tarea de la oposición entender que la opción no es a todo o nada, la cooptación o la confrontación, sino la activa y constructiva revitalización de las instituciones, la confrontación de ideas para convergencias programáticas que permitan arribar a acuerdos y consensos.La democracia no puede funcionar con un solo motor, sea cual fuere el respaldo popular que un Presidente obtenga en las urnas cuando es elegido. El híper presidencialismo argentino es eso: la democracia de un solo motor. Esta nueva etapa ofrece la oportunidad de colocarle otro motor a la democracia, que no obstruya sino que complemente y enriquezca la tarea del Gobierno y de la oposición. De tal modo, la república democrática podrá funcionar mejor, con un parlamento activo y una sociedad civil que se expresa en su pluralidad y en paz, sin miedos ni coerciones, y que puede influir en las decisiones.Ojalá se comprenda esto y de esta crisis nazca una nueva oportunidad. Así ocurrió frente a una crisis mucho más grave como la del 2001-2002. Y no hace falta remarcar lo lejos que estamos de aquella traumática situación. Aunque la propensión al tremendismo, la polarización y la construcción de escenarios y profecías catastróficas sigan a la orden del día y nublen la claridad para asumir con prudencia, templanza y valentía las tareas de la hora.

Vienen tiempos de cambio para la Argentina.


Empezá a conocer esos tiempos. Empezá a sentirlos. Empezá a hacerlos. Empezá a salirte de vos mismo. Cambiar. Mirá este spot y decime si no te dan ganas de empezar. Ahora.

La integración sociourbana porteña en el debate.


La revista digital Café de las Ciudades organiza una charla debate sobre la urbanización de las villas 31 y 31 bis. Mañana martes 22, en la Casa de Corrientes, a las 19 horas.

Eficacia interpretativa para el cambio progresista.

Por Ricardo Sidicaro, sociólogo investigador del CONICET. Publicado hoy en Página 12

Sidicaro invita en este breve artículo a retomar el uso político creativo de la interpretación sociólógica. Marca el choque y los efectos que produce operacionalizar la realidad política con ideas viejas -categorías zombies- y demuestra la perspectiva mostrando el error inicial de diagnóstico sociológico del gobierno nacional sobre las características políticas de lo que he llamado, en otras ocasiones, el nuevo bloque agrario. Sobrevuela también en su mirada una crítica política implicita a la ausencia de elementos analíticos refinados por parte del pensamiento progresista.


Una de las mayores dificultades que tuvo el Gobierno para enfrentar el conflicto con los sectores rurales que se movilizaron contra las retenciones a las exportaciones surgió del empleo de lo que, con Ulrich Beck, me gusta definir como categorías zombies, imágenes, ideas y conceptos que pudieron ser útiles para entender las sociedades y sus actores en otros momentos históricos, pero que hoy ocultan más que lo que aclaran y, lo que es peor, conducen a la adopción de discursos y prácticas ineficaces para operar en el cambio progresista de la realidad. El error tiene, sin embargo, sus explicaciones. Las mutaciones de época no siempre son fáciles de percibir por los actores políticos ni, tampoco, por quienes piensan sobre ellos. A los primeros, la eficacia de las grillas de comprensión de los hechos del pasado les puede parecer que, como los vinos, cuanto más añejos mejores son. Para los segundos, el trabajo de adoptar nuevos paradigmas se hace difícil por la resistencia misma que oponen las ideas establecidas y quienes se benefician con su permanencia. Pocas veces como en estos prolongados idus de marzo, el costo de las ideas viejas habrá sido tan alto para todos. Las preguntas sobre lo nuevo se hacen más fácilmente cuando aparecen las crisis políticas cuya observación invita a cuestionar certezas. Las crisis, como los terremotos, introducen verdaderas fisuras que revelan las estructuras y capas geológicas que antes no se veían, por falta de aparatos técnicos para la indagación o por la voluntaria decisión de no escarbar en terrenos supuestamente conocidos. Con cuatro meses de movimientos sísmicos podemos hacer hoy un balance provisorio, y lo que nos interesa considerar son los efectos negativos de las categorías zombies que enturbiaron los razonamientos y las acciones de quienes se enfrentaron con las reivindicaciones agraristas. En el fragor de la crisis, los peronistas parecieron creer que luchaban contra la oligarquía de otras épocas. Las transformaciones de los actores del mundo rural, así como la naturaleza de sus continuidades, fueron, prácticamente, ignoradas como si el tiempo se hubiese detenido a mediados de los años ’40. El beneficio del error podía encontrarse en la ilusión: si el enemigo era la oligarquía entonces los peronistas eran el peronismo. Así, como una pesadilla que se disipaba por ese acto de enunciación, debían desaparecer los tiempos aciagos en que los hombres de sus filas habían privatizado las empresas estatales, se subordinaron a los dictados del capital financiero internacional e hicieron añicos lo que quedaba de justicia social.
Las categorías zombie llevaron a los peronistas a ignorar las debilidades políticas propias y, además, invitaron a los ricos del campo a inflarse creyéndose herederos del poderoso actor político y económico de comienzos del siglo XX. Eso suponía ignorar que al llegar los años ’40, eran pocos los “oligarcas” capaces de sacrificarse por el honor social y apenas conservaban las apariencias de un estrato aristocratizante, por eso sus integrantes no hicieron mayores muestras de resistencia cuando el Estado fuerte les quitó ingresos vía el IAPI y la Sociedad Rural Argentina dio oficialmente su adhesión pública a la reelección de Perón en 1952 y se incorporó a la CGE peronista. Los actores más ricos del agro actual son hombres de negocios, que mal podrían paralizarse ante los aparatos estatales desacreditados desde hace mucho tiempo ante la opinión pública, no tienen inhibiciones para hacer alianzas hacia abajo, y se confunden con las clases medias sin hacer mayores gestos de riqueza ociosa.
Los que cortaban rutas no eran los grandes ricos del agro, sino los pequeños y medianos productores que sentían el riesgo de perder ingresos o las posibilidades de mantenerlos a costa de tener que abandonar sus comunidades en las que conservaban sus modos de vida. A todos los había alcanzado la actual etapa de la modernidad: la globalización los amenazaba, pero sabían nombrar sus derechos con palabras que nada tenían en común con los irritantes discursos reaccionarios; 25 años de democracia no habían pasado en vano. Es más, la Federación Agraria Argentina es, probablemente, una de las entidades del mundo político corporativo nacional que mejor puede exhibir una historia democrática. En fin, como si viviésemos en una realidad anterior a la TV, las seguras imágenes de gente de aspecto y habla popular, no fueron tenidas en cuenta por quienes enfrentaban el reclamo agrario.
Hay muchos modos distintos de narrar lo que sucedió en los últimos cuatro meses. La peor contribución que se puede hacer al presente y al futuro de las visiones progresistas puede ser construir un relato que insista en afirmar que la “oligarquía” venció al “pueblo” en una lucha por la distribución de los ingresos. Esa sería una construcción ideológica negativa para los intereses de los sectores populares y para el indispensable proceso de afianzar la democracia en nombre del mejor patriotismo de esta etapa de la modernidad: el patriotismo de la Constitución. Por eso, el funcionamiento de la división de poderes y de los debates parlamentarios se puede pensar como un aporte a la edificación de un país institucionalmente normal.